domingo, 30 de mayo de 2010

Polo Barbantiño Abaixo

Polo Barbantiño vai, una troita de pé. ¿Quen a poidera coller? Quen a poidera coller!!!!!

Coller, non collimos ninguna; pero ortigas, a paladas. Que divertido!!! aun me escuecen as pernas de regusto e da ortigada que papamos.

Pues si, fuimos dos endurolai-ers a catar un sendero por el Barbantiño. Nos juntamos en el Romano, por parte de Carballiño, Germán, Fernando, Pancho y Cesar, por Cea, Kike y por Ourense, Julio y el que suscribe. Falló José Manuel por Lalín y sus amigos.

Salimos del Puente Romano sobre las 9:15, subimos por el Camino de Santiago por Cudeiro, adelantando a un montón de peregrinos caminantes. Una paisana me preguntaba incrédula si habíamos subido encima de la bici por el Camino Real. Pues si, señora!!!









Pasado Sartédigos, nos desviamos buscando la otra variante del Camino por la Costiña de Canedo. Pasamos al lado de dos Pazos, preciosos, que ya muchos conoceis. Un vez ya en la nueva variante, giramos a la derecha hacia Cornoces por un caminín muy majo, para nuevamente encontrar el CS, y descender a Mandrás.























En Mandrás, iniciamos la senda del Descenso polo Barbantiño sobre las 10:45 h. Precioso, lleno de molinos con una traza de senderismo espectacular. Vegetación, verde, y agua a raudales.



La pena fue que la senda se fue cerrando y teníamos que alternar entre ir montados y empujing. Gemán como estaba empeñado en enseñarnos el senderín y yo tenía mucho interés, fue abriendo como si fuese una desbrozadora. Y nosotros detrás de él, manifestandonos en contra de las ortigas.




















Pancho cayó tontamente sin consecuencias, salvo la pérdida del GPS, que volvimos a buscarlo y lo encontramos entre la vegetación. Nos supuso un retraso de 30 minutos.

Una vez pasado el tramo mixto de empujing con no-empujing, la traza sigue siendo un senderín single-track espectacular, hasta que al llegar a la altura de Santa Baia, se vuelve a cerrar hasta llegar al puente medieval de San Fiz, no sin antes rozar a la MADRE de todas las ortigas.














Despues del puente se pasa un tunel y llegamos a la presa. Por encima de nuestras cabezas, allá en el cielo, se alza el viaducto del AVE. Rodamos ya por un tramo arreglado para senderismo con firme compactado de sabre. Ahora parece que rodamos por una autopista. Las vistas son espectaculares.

La traza desciende vertiginosamente convirtiéndose en una pista escalonada realizada por troncos. La cabeza baila encima de nuestros cuellos con tanto vaivén. La traza nos aleja ligeramente del Barbantiño, para salvar tamaña pendiente; si bien, sigue siendo el gran protagonista de la jornada.

Pancho vuelve a tener un percance con una caida en unos escalones, nos asusta un poco, por un ligero mareo que sufre, además del golpe en la pierna. Parece que recupera y volvemos a montar en la bici.

Llegamos a la 13:00 al puente de la carretera de O Viñao, debajo del viaducto de la autovía, siendo el punto de despedida de nuestros amigos, que ya tomarán rumbo a Maside y Carballino. Los petroglifos los dejaremos para otro día.





Despues de despedirmos de tan grata compañia -porque nosotros siempre nos despedimos de los amigos como Dios manda-, con Germán como excelente Cicerone, proseguimos por la ruta de senderismo, que un poco más adelante se deja de ser un caminín artificial para convertirse en una senda auténtica, con algún escalón que otro y varios molinos. Una maravilla.










Toca subir ligeramente para enlazar con un camino que ya había recorrido dias atrás, que nos lleva a Casar do Mato, pero justo antes de la subida, le propongo a Julio, repostar algo sólido, que aun no había comido nada. Un plátano para recuperar fuerza y una manzana como suplemento de hidratación. En ese punto, haciendo cálculos muy a la ligera, le comento a Julio que en una hora llegamos a casa, decidiendo ir por al alternativa del paseo fluvial del Miño. Lo que no sabía es lo que venía después.

Continuamos por el camino, llegamos A Golpilleira y viramos a la izquierda para pasar al autovía por debajo y subir hacia Bergueira. Una vez pasado el tunel, comprobamos que la traza se cierra de forma importante, teniendo que hacer en algunos tramos empujing. Nuestra dirección de la marcha ha cambiado, ahora vamos hacia el norte. Julio va delante. Yo empiezo a acusar el cansancio, cansa más el empujing que ir encima de la bici, y sobre todo, si se le suma al empujar, tirar de la bici salvando las vegetación.

El calor sofocante tambien hace mella, aunque menos mal que en esta zona vamos por la sombra. Pasamos el puente de la via férrea y la traza sigue cerrada. Con dificultad llegamos a una gran plantación de viñedos. Tenemos que colarnos entre su alambrada (sin pinchos), seguimos yendo al norte, para, en un punto virar al sur e ir por los pasillos de la plantación. Aquí ya no hay vegetación alta que nos proteja del sol. Una vez llegado a la parte más meridional, volvemos a atravesar la alambrada.

"¿Por aquí hay un sendero?", pregunta Julio incrédulo. "Si hombre, algo cerrado está, pero si que lo hay, que pasé yo por él, no hace mucho", respondo. Efectivamente, a los 5 metros vemos el senderín hiper-single-track. Ahora me deja ir a mi de desbrozadora, y avanzo siguiendo el track, por lo cerrado del asunto. Pero se rueda, que es lo importante.

Seguimos, atravesamos la via muy por encima, ya que discurre por un tunel bien largo. Al final conseguimos llegar a un carreterilla muy cerca de su boca, ya en la traza por la que solíamos ir hacia San Cibrán de Las, haciendo unas variaciones para atajar para no hacer más kilómetros.

Llegamos a la N-120, la atravesamos y ya estamos en la urbanización de Ramirás, por la parte de abajo. Vamos rodando para atravesar la via del tren por un punto conocido que da al paseo fluvial, justo en el alto que tiene una pendiente del 29% (sin tener que hacerla). A partir de ahí, ya todo es el paseo, con sus pendientes hasta Untes y luego ya es casi todo llano hasta Outariz, con su pequeño repecho. Una vez salvado, atravesamos la pasarela para rodar por el margen izquierdo del rio, que da más sombra y el terreno más agradecido para nuestras montura, y llegar a casa a las tantas.

En julai de Julio, me iba recordando mientras reía: "te van a canear al llegar a casa". Y, la verdad, es que si. Era muy tarde y yo sin haber avisado que llegaría tarde. Al llegar a la casa de Julio, acordamos dejar la cervecita para otro día, mientras yo partía raudo a mi casa.

Comí ligero, excepto una sandía que casi me zampo la mitad, como recurso de hidratación inmediata. jeje

De 2010 05 Barbantiño Abaixo



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