domingo, 7 de febrero de 2010

Ruta por el Arenteiro

Los amigos llevaban tiempo queriendo ir a rodar por Carballiño. Sabían que nosotros ya estuviéramos hace unos años y les comentamos de sus excelencias, así que pusimos una fecha y nos fuimos a pasarlo bien por el Arenteiro.

La idea era repetir una ruta bien maja que había hecho en 2005 y repetido en 2007, uniendo dos PRG, la Senda do Arenteiro con la Senda de Boborás. Rompepiernas con buenas pendientes, senderos, pistas, trialeras y calzadas medievales que atraviesan rios con puentes romanos.

Quedamos de vernos en Carballino a las 8:45 de la mañana, al lado del restaurante que hay en el Parque. En mi coche ibamos Julio y yo, el resto salían desde el Garaxe de Antonio. Arrancamos y en la entrada de la autovía, numerosos coches de la Guardia Civil parando a todo quisque para hacer la prueba de alcoholemia. Nos ordenaron detenernos y sin llegar a parar del todo, al vernos vestidos de ciclistas y a las bikes en el portabicis trasero, nos indicaron que siguiéramos nuestro camino.



Llegamos a Carballino, nos empezamos a preparar y en dos minutos llegaron nuestros amigos. A las 9:00, hora prevista de salida, comenzamos al ruta. Salimos por el parque hacia el camping por el carril bici al lado del rio, hasta tomar un paseo por el Arenteiro hasta el camping.











El trayecto nos lleva hacia Ponterriza con su estupendo puente medieval, en medio un subida por pista y una bajada con pendiente hacia el puente. Continuamos por un camino entre castaños lleno de hojas secas, rio arriba hacia Moldes, que llegando al pueblo, se sube por el empedrado hacia su iglesia. Una vez arriba, se bordea el santuario por la derecha para iniciar por un camino en descenso.





Pasamos al lado de Paradela sin entrar y seguimos descendiendo. Cuando llevamos casi 8 kilómetros, me desvio a la derecha, hacia el suroeste, queriendo atajar descendiendo a destajo con desniveles de más del 21%. Compruebo que no existe un camino que corta nuevamente al sur, y con tanta pendiente, ya se sabe la peña se emociona y cuando me doy cuenta estamos ya muy abajo. Y al ver que nos desviamos mucho al oeste de la traza, mas que atajar, nos perdíamos. Así, ordeno dar media vuelta.

Mientras retornamos, José Manuel, en un intento de subir la excesiva pendiente, rompe la patilla del cambio, que en su caso no es una pieza cambiable, está soldada al cuadro. Hacemos empujing hasta el punto donde nos desviamos y una vez allí, se deja su bici en "piñón fijo" y José Manuel decide regresar a los coches; con la bici asi por estos terrenos con tantas pendientes, seguir sería un suicidio.

Una vez despedido de José Manuel continuamos bajando a otro puente sobre el Arenteiro, tambien medieval, con enlosado por ambos lados del mismo. Una cucada. Cascadas y girones de agua.




Volvemos a subir, la pendiente es curiosa hasta alcanzar la carretera que nos lleva a Cima de Vila, del pueblo de Cabanelas.

Una vez en el pueblo, que se entra en bajada, dejamos la carretera para ir por un camino que nos lleva directamente a Fondo de Vila. Las vistas de la terrazas que hay en las laderas para viñedos son impresionantes. Es una zona con fuertes pendientes, por ello la existencia de tales terrazas.



























Destaca tambien las casas señoriales que hay por la zona. Dejado el pueblo, la traza sigue por un caminín trialero, rápido, peligroso y, a la vez, divertido que nos lleva a otro puente medieval, el Puente Do Santo, tambien en el Arenteiro, que muere a escasos 500 metros en el rio Avia.

Al pasar el rio, intentamos ir hacia las Pozo dos Fumes, una zona espectacular del rio, por un camino formado por tablas de madera con pasamanos, muy peligroso por lo húmedo y resbaladizo de la madera. Algún susto nos da, por lo que ni andado 100 metros, retrocedemos sin acercarnos al Pozo.



Nuevamente en el Puente do Santo, punto con la menor cota de altitud de la ruta con 116 metros, seguimos con la traza hacia Pazos de Arenteiro, a doscientos metros del rio. Nos detenemos un ratín para contemplar las casonas y lo bonito que es el pueblo, saludando a los lugareños, saliendo de los oficios. Llevamos 14 km. muy intensos pero ahora nos queda subir otros seis más hasta una cota de 475 metros.



La intensidad ya parte del propio Pazos con una subida inicial que llega a un pico de más del 24%, despues minora pero es constante en un buen porcentaje. El firme es encantador si bien se hace larga y las piernas sufren. El camino llega a la carretera, se gira a la izquierda para tomar una camino que asciende por la derecha, donde nos detenemos un rato para tomar un tentenpié. Pasan un quad haciendo el tonto sin precaución. EHHH!!!! que el monte es de todos!!!

El camino es precioso, y sigue siendo en subida hasta Cameixa, mientras pasamos al lado de Laxas, sin entrar en el pueblo.

Llegamos por fin a Cameixa y me desvio de la traza por un sedenrín rodeado por muretes de minifundio para llegar a su iglesia, que es espectacular. Hacemos unas fotos, tomamos otro refrigerio y seguimos nuevamente con dirección a Boborás.










Para llegar antes hay que pasar por Salceda, en donde nos volvemos a desviar de la traza para evitar la carretera y entrar ya en Boborás. Rotura de cadena de Oscar. Una vez reparado, seguimos y atravesamos el pueblo, camino de La Almuzara, con un pazo majo.


Despues de la Almuzara, la traza se dirige en subida hacia Xuvencos, pasando al lado de su cruceiro e iglesia, que la rodeamos por la izquierda para seguir subiendo a un montículo. Se gira a la derecha para continuar de frente. En el cruce, una imagen que te atraviesa el alma, un zorro muerto todo ensangrentado, colgado cabeza abajo de un árbol, obra de algún vil humano.

Saqué la cámara, pero no hago foto alguna de tal esperpento y continuamos sin detenernos ni un minuto más del necesario. Un poco más allá, de frente, nos encontramos con un giro a la izquierda para encarar la cota más alta, de 548 metros. Llevamos 25,5 km en nuestro haber y vamos camino de Astureses.

Antes de este pueblín hay que pasar un puente sobre el rio Pedriña, un afluente el Arenteiro. La senda despues del rio se cierra y se pierde, atopandonos con un camino, que más que camino parece un rio.


Una vez en Astureses, enseño a los amigos un palomar circular en medio de un prado. Siendo una buena estampa en el paisaje, y que ya me gustarara allá por el 2005. Continuamos descendiendo por carretera para tomar otra, la CV396. En el cruce, una casa de un ferrereiro con esculturas metálicas, como un helicóptero y unas figuras humanas. Tomamos esta nueva carretera a la derecha para, una vez cruzado nuevamente el rio Pedriña, girar a la izquierda y seguir por una pista en ascenso.



Al poco rato, en el kilómetro 29 y siendo las 13:42 hh, Antonio rompe la patilla del cambio, y no tiene pieza de repuesto ni está José Manuel con sus manitas prodigiosas para dejar niquelada la transmisión averiada. Se intenta arreglar dejando la bici a piñon fijo.

Arrancamos nuevamente y al poco hay que volver a detenerse para ajustar nuevamente la bici. Cuando arrancamos, ya si que es un poco tarde, son las 14:08 y tal y como estaba el panorama, decidimos buscar la carretera para llegar cuanto antes a los coches. Sólo faltaba un pequeña bajada muy interesante por camino, pero... las cosas son así.


Bajamos pues por carretera pasando por Eixán hasta Godás do Rio, ya en la general a Pontevedra, la N541, donde lavamos las bicis en una gasolinera. Continuamos ya hasta el final por carretera, hasta el Parque donde llegamos a los coches a las 14:37 horas con 35 km en nuestras piernas.













SALud y hasta otra.

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