I. Antecedentes
Un buen día, cuando el post del Camino de Santiago de ForoMTB estaba en pleno apogeo, al amigo Ricardo, conderg en el foro, se le ocurrió comentar de hacer una KDD para conocernos todos los que allí normalmente posteabamos.
Así nos reunimos en Burgos en la I Kedada Bicigrina. Corría el año 2007 y con esa primera convocatoria vino la segunda en Salamanca, creciendo la participación a tenor de las nuevas incorporaciones en el post.
Los lazos de amistad iban en aumento, no sólo por la actividad que nos unía, la bicicleta y el Camino de Santiago, sino por la propia esencia de las personas.
En Salamanca se pusieron, por decirlo así, las bases para las siguientes convocatorias y seguir en la misma línea, reunión de amigos con carácter festivo acompañado con una ruta bicicletera apta para todos los públicos para que las familias pudieran participar, así como la fecha y lugar de la próxima cita.
Con gran entusiasmo, se comenzó a preparar la tercera edición en Oviedo en 2009, sin embargo las cosas empezaron a cambiar. El promotor del post del Camino de Santiago en ForoMTB fue abandonando ForoMTB, creando su propio foro que iba en aumento, y organizando en paralelo una actividad y homenaje para la KDD.
Por motivos personales, no pude asistir a la edición de Oviedo, si bien me llegó información de varias partes diferentes que el ambiente estuvo muy enrarecido y algo tenso por momentos, simplemente por haber mezclado "churras con merinas” dando lugar a acusaciones posteriores que no tiene sentido relatar ni defender. El resultado final fue la escisión definitiva de este promotor hacia su propio foro.
Con estos antecedentes, el amigo Luciano se enfrentaba a la organización de la reunión de este año en Granada. Reunión que he de decir que tuvo una organización exquisita, al igual que las anteriores ediciones, y con un éxito rotundo.
II. Friday, October 1st
El vuelo ya lo tenía cerrado desde hacía 15 días y programado para las 13:45 h. con salida en Vigo. Así ese mismo día, salí antes de la oficina y estar a tiempo en Peinador para el embarque, no sin antes visitar a mi madre y almorzar algo..
Salimos con leve retraso por la tardanza en la apertura del embarque. Despegamos y, poco antes de una hora, estábamos preparándonos para el aterrizaje en Barajas. Por cierto comprobé el funcionamiento del GPS en el avión, volando a 8.000 metros y ciertamente la presión dentro de la cabina hacía que la altitud marcada fuese tan sólo de 1.528 metros. Además como soy un “bici-oso” de la tecnología quise marcar un waypoint con la posición aproximada de un caminín visto desde el Airbus, cresteando la sierra de Madrid. He de admitir que teniendo buena recepción de satélites, el GPS no daba señal de posición. Me imagino que tendrán un inhibidor o bien no esperé el tiempo suficiente para su recepción, apagandolo al poco rato.
La llegada a la famosa T4 de Barajas que, con su enormidad y dimensiones, me había generado un poco de estrés. Pronto descubrí su facilidad en hacer el tránsito: bajar del avión, buscar en la misma planta la puerta de salida del siguiente vuelo, y esperar tranquilamente sentado a la apertura del siguiente embarque.
El vuelo a Granada lo hice en un Airbus más grande y, para mi desgracia, con mayor hacinamiento, casi no pude leer la revista Mundo Medieval que llevaba conmigo. No había apenas hueco con el asiento del pasajero de delante.
La irregularidad del firme al aterrizar en Granada, me hizo sospechar de cómo era el modesto aeropuerto.
Bajamos del avión directamente a la pista, caminando por ella para acceder a las instalaciones aeroportuarias, sin túneles de protección de lluvia, ni nada. Me recordó los viejos tiempos, cuando todo era como “andar por casa”, o como cuando bajan las personalidades para la foto de rigor.
Incluso me vino a mi cabeza aquella famosa película en B/W donde dos personajes se alejan caminando por la pista conversando "I think this is the beginning of a beautiful friendship".
Mi familia granadina, concretamente mi prima María Jesus y sus dos hijas, me esperaba para llevarme a casa de mi tía Esther, donde me alojaría ese fin de semana. Así se lo había prometido para no crear un cisma familiar –no comprendía que fuese a Granada y me alojara en un hotel-. Después de sortear las innumerables y, parece que, indefinidas obras, especialmente en Camino de Ronda, una de las principales arterias de la capital, llegamos a mi destino más inmediato. Y…, sorpresa!! Allí estaba Esther, una mujer entrañable de 88 años, hermana de mi padre, toda afanada preparándome un bizcocho de melocotón borracho. Sabe como ganarme, soy “dulcero” y no lo puedo negar.
Una vez aposentado y charlado un poco con la familia, explicando con detalle el planning de mi visita a Granada y los motivos, fui al encuentro de mis amigos, alojados en el Hotel Alhamar, a escasos 400 metros de donde yo pernoctaría las siguientes dos noches.
Allí estaban casi la mitad de los asistentes, los anfitriones Luciano y Susi, los charros Luis y Mari Angeles, Juan de Griñón con sus amigas Antonia y Elena, Rafa y Emy con su hija Alejandra de San Fernando. Mientras charlábamos iba llegando el resto de los integrantes, los madrileños que venían en grupeta (Sebas y Toñi con Vicente y Luisa, Miguel Angel, Paco y Susi), Agustín -el vigués de Bouzas afincado en San Fernando- y Pepi desde San Fernando también. Francis de Martos en Jaen. Juan Marchales y Pepa vinieron desde Alicante sólo para pasar esa noche a tenor de una celebración familiar al día siguiente. Al final llegaron desde el País Vasco, Gabriel y Yolanda con sus hijos Iker y Miren.
Ya de noche nos fuimos a dar un garbeo a tomar unas “Alhambra”, cerveza de la zona, como su nombre indica, especialmente rica.
Acto seguido fuimos a cenar a un restaurante italiano, como no, especialista en “pasta”.
Llegamos a la hora convenida con los hosteleros y tenían preparada ya una de las dos mesas que nos correspondía. En la otra había un grupo de mujeres, que había terminado de yantar y estaban muy animadas charlando en sobremesa, y que parecían obcecadas en no dejar sentar al siguiente turno, por lo que nos tocó esperar un buen rato, pero permitimos a nuestras chicas que se sentaran en la mesa libre y empezasen a yantar sin nosotros.
Menos mal que la temperatura es especialmente maravillosa en Granada para esta época de año en la que estabamos. Casi las 12 de la noche, a primeros de Octubre y nosotros de manga corta. En Ourense estaríamos con forro polar.
Al fin, con amplias sonrisas y con la expectativa de una noche de marcha estupenda, las “ocupas” de nuestra mesa salieron del local tranquilamente. Así pues nos sentamos a yantar bien tarde, pero con buena compañía la espera no importó en absoluto. La velada fue larga y divertida mientras degustábamos los manjares de la cocina italiana unos y otros, más íberos, degustando unos perniles inmensos, todo regado por bebidas varias.
Terminamos la cena muy tarde y continuamos en un local de copas, con excepción de los más jóvenes y sus progenitores, para rematar la jornada algunos a las 2 de la madrugada. Otros continuaron la fiesta hasta cerca de las cuatro. Yo, por mi parte, como estaba bien cansado y no quería llegar a horas intempestivas, me retiré con la primera hornada (la de las dos, claro).
III. Saturday, October 2nd
Diana a las 9 de la mañana, con algo de sueño me aseé y me preparé con ropa “free”. Mi tia Esther ya estaba levantada y muy afanada, para variar. Allí estaba también mi otra prima, Maria del Carmen, que normalmente pasa los fines de semana con su madre. Me senté a desayunar el estupendo bizcocho, con café con leche y fruta, a la vez que conversamos un poco.
Preparé la mochila, con más fruta y alguna cosilla más, y partí hacia el Hotel Alhamar para reunirme con mis compinches bicicleteros, que aun estaban sentados desayunando tranquilamente con buena charlerta.
Evidentemente, me uní a ellos en su amena conversación mientras iban acabando de desayunar. Este sábado a la familia vasca no le salió todo como esperaba, se olvidaron las entradas a la Alhambra en casa y, a más a más, a Iker le sentó mal la cena y tuvo que quedarse en el hotel. Una pena, ya lo teníamos convencido para hacer una ruta alternativa más dura.
Al acabar comenzamos a salir del comedor y preparar la bicis. Nos hicimos unas fotos y arrancamos, unos de vuelta a casa, como Juan y su mujer, otros en ruta de senderismo, otros de visita por Granada, Antonia y Elena a La Alhambra y los de siempre de ruta bicicletera, destacando el bautizo no de fuego que hacía el amigo Juan Mambrú a su "Mirlo Blanco", una elegante Trek de doble suspensión sin estrenar.
La ruta que iniciábamos estuvo bien diseñada por nuestro amigo Luciano que, saliendo del hotel, nos llevaba a tomar la calle San Antón para cortar por Reyes Católicos hasta la Plaza Nueva, donde está el Palacio de Justicia. En el tramo de Reyes Católicos, el rio Darro discurre subterráneo ocultándose precisamente en Plaza Nueva.
Desde la plaza ya continuamos acompañados por las aguas del Darro, cauce arriba, en medio de un entorno urbano muy característico de Granada, con la Alhambra vigilando nuestros pasos, allá arriba a nuestra derecha.
Llegamos a la Placeta del Rey Chico, donde hicimos varias fotos. Nuestra ruta debía abandonar el Darro, girando a la derecha para llevarnos a la parte alta de la Alhambra, y a la izquierda dejaríamos el Palacio de los Cordova y la terrible Cuesta del Chápiz que, de seguirla, nos llevaría al Sacromonte.
Conozco perfectamente esta cuesta ya que hace algunos años seguí la Procesión de los Gitanos un rato y pude comprobar los increíbles malabarismos de los costaleros para no hacer caer el Paso, por la excesiva pendiente.
La ruta nos llevaba por la Cuesta del Rey Chico, camino empedrado con escalones formando una pendiente endiablada.
Se puede subir encima de la bici con las pulsaciones a tope, siendo aconsejable detenerse alguna vez para respirar un poco mientras echas unas fotos a los amigos, para luego volver a montar en la bici y llegar ya de un tirón arriba.
Este es un tramo muy bonito hasta la Puerta de Hierro, dejando el Albaicín y los cármenes a nuestra espalda.
El Albaicín |
Esta puerta es parte de un conjunto defensivo construido por los cristianos para defender la Torre de los Picos y dejando en el interior la antigua Puerta de Arrabal, que comunicaba la Medina con los jardines del Generalife.
Nos hicimos más fotos, y continuamos por un tramo de tierra más bonito, si cabe, que el anterior, que nos conduciría hasta la parte alta donde están las taquillas del preciado monumento.
Allí nos detuvimos para que Gabriel hiciese unas gestiones y poder visitar la Alhambra al día siguiente. La gestión fue infructuosa con enfado de nuestros amigos, que con los medios tecnológicos a disposición, no permitan salvar una situación de estas.
A su vez, el amigo Juan Mambrú me comentó haber recibido una llamada esta mañana comunicándole el fallecimiento de un familiar muy querido. Ya lo habíamos notado algo bajo de ánimo, más callado que de costumbre, así que éste era el motivo.
Continuamos hasta llegar a la rotonda del Camino Viejo del Cementerio, allí la traza sigue a la izquierda, todos siguen por ella, mientras Juan, Luis y yo continuamos de frente por un senderín convertido en camino ascendente, sólo para ver cómo se comportaba el "Mirlo Blanco".
Nos detuvimos un instante para escuchar y divisar unos bikers tirándose por unas bajadas a nuestra izquierda, por donde se divisaban unos senderines magníficos. Seguimos y llegamos al cruce por donde deberían aparecer el resto de amigos, según el track disponible.
Por un error de cálculo, hizo que no estuviésemos en el cruce por donde subirían, ya que era, precisamente, el punto por donde bajaríamos posteriormente. Para ir a su encuentro, baje con la bici, llegando al cementerio y no se les veía por ningún lado. Al regresar al punto donde dejé a Juan y Luis, llamamos por teléfono al grupo y ya nos dimos cuenta de nuestro error.
Ellos fueron a la izquierda, hacia la Silla del Moro, mientras que nosotros los buscamos por el camino de la derecha. Craso error que fue subsanado rápidamente, encontrándonos un poco más arriba.
Nuevamente reagrupados, nos comentaron que estuvieron haciendo fotos desde la Silla del Moro, lugar al que nosotros tres ya no pasaríamos. Subiríamos más arriba hasta el Mirador del Moro.
Llegamos arriba por una carreterilla asfaltada en medio de olivares, para continuar por un single-track hasta un recinto cerrado por una valla metálica.
Justo allí nos encontramos con Sebas, Toñi y Luisa haciendo su ruta de senderismo. Después de charlar animadamante y comprobar que desde allí ya se veía la Abadía del Sacromonte, descendimos un poco con fuerte pendiente hasta el mirador.
Un rato de contemplación sobre la capital granadina y el Sacromonte, regresamos sobre nuestros pasos, primero hacia arriba para luego descender por el mismo sitio, descartando algunos hacer la variante más “hard”, dada la hora que era y la gran vuelta que tendríamos que dar para seguir la alternativa.
Así pues, descendimos por la carreterilla y por la pista por donde había bajado a buscarlos hasta el cementerio. Una vez aquí, el amigo Gabriel volvió nuevamente a las taquillas para hacer una segunda gestión con sus entradas, que resultó nuevamente negativa.
Bajamos hacia Granada por el Camino Nuevo del Cementerio, una calle con buena pendiente y una curva muy cerrada. Un poco más adelante cortamos a la izquierda por la Cuesta de Caidero, para enfilar al final el descenso por la Cuesta Escoriaza para llegar al Rio Genil.
A partir de ahora iríamos a la vera del Genil siguiendo su cauce hacia arriba, primero por su margen izquierda por el Camino de Beas para luego atravesar un puente y pasar al margen derecho. La primera parte, al ser camino ancho, el grupo de cabeza fuimos imprimiendo un ritmo más fuerte hasta llegar al puente, teniendo que parar en alguna ocasión para poder adelantar a los caminantes que por el mismo iban. En el puente nos volvimos a reagrupar todos y continuamos con un rodar un poco más tranquilo.
Viendo que Yolanda junto con Gabriel, que iba haciendo un sobresfuerzo al ir “tirando” como un jabato de su hija, se quedaban rezagados me quedé atrás con ellos para charlar y dar ánimos, sin que se sintieran abandonados.
Nos encontramos con dos jinetes, con unos hermosos equinos de raza, de trote noble y gallardo. Me quedé rezagado para hacer una foto de los caballeros y de repente uno de ellos, se gira volviendo sobre sus pasos, diciendo algo. Tuve que parar la bici, porque no sabía bien que me farfullaba el jinete.
Al final conseguí entender que me estaba pidiendo le lanzara el sombrero de paja que se le había caído. Algo perjudicado iba con “dos o tres cervezas y si bajo no seré capaz de subirme al caballo otra vez”.
Amablemente, recogí su sombrero y se lo alcé, después se dispusieron para que les retratase con mi cámara. Les costó colocarse en posición dando señas de “ligera” intoxicación etílica.
Me despedí y los dejé atrás dando dos golpes de pedal. Yolanda aun no se creía lo que había visto y me decía “¿cómo puede ser que se le ocurra montar a caballo con esa borrachera?”. Ya ves, unos conducen coches y otros caballos.
Seguimos conversando un rato y en medio de la charla, les sugerí la idea de intentar re-imprimir las entradas en un cajero automático con una llamada a su banco, ya que lo habían tramitado por su entidad de referencia.
Un poco más adelante, nos estaban esperando los demás para volver a cruzar el Genil retornando a su margen izquierda. Pinos Genil, lugar donde almorzaríamos, estaba a pocos cientos de metros más adelante. Ya estaba todo preparado, así como el resto de los asistentes no bicicleteros, esperándonos para yantar.
El día era realmente espléndido, y con buen criterio, Luciano eligió bien el restaurante. Nos tenía preparadas unas mesas al aire libre con el Genil a nuestra vera. Comenzamos a sentarnos y las jarras de Alhambra empezaron a fluir y vaciarse enseguida por mor de calor y de la necesidad de líquidos por la ruta realizada. Además el camarero empezó a suministrarnos bandejas variadas de viandas, todas exquisitas.
Un buen rato estuvimos charlando, comiendo y riendo. Incluso la sonrisa volvió a aflorar a Gabriel, después de hacer una gestión para intentar re-imprimir las entradas para La Alhambra.
Durante la comida Francis de Martos, nos hizo entrega a cada familia de un detalle increíble, una cajita de aceite de su tierra con una pinta más que estupenda. Como lo tenía en el coche de uno de los andarines, se encargaría Sebas de llevar la mía a Madrid y luego ya negociaríamos la entrega (en Ourense o en Madrid).
Una vez acabado el yantar, levantarse y volver a nuestras monturas, se nos antojaba algo duro y la pereza casi nos invade. Si bien, la cabeza pudo más y nos montamos en nuestras bicis y empezamos a rodar.
Creo firmemente que la superación de nuestra pereza ha sido el hecho determinante y favorable de regresar en suave bajada a Granada, siguiendo el cauce del Genil.
De este modo y como quien no quiere la cosa, llegamos a la capital realmente notándose que es casi todo bajada por el buen ritmo de pedaleo que llevábamos. Ya en el hotel, guardamos las bicis y nos fuimos a asear para luego ir al mirador de San Nicolás durante la puesta de sol. El ex-presidente Clinton, la definió “como la puesta de sol más bella que jamás haya visto”.
Así me fui caminado, con la pinta de “freerider”, a casa de mi tía para una ducha reparadora y vestimenta adecuada y volver con los amigos, no sin antes comentar con la familia por donde estuviera y que tal me lo estaba pasando.
Muy cerca del hotel, recibí la llamada de Luciano para comprobar cuanto me faltaba para estar listo, ya que el tiempo corría deprisa y había que llegar al mirador. Una vez llegado al hotel, el grueso del grupo ya había partido, y una pequeña delegación esperaba por los más retrasados (que conste que no fui el último). Ya no faltaba nadie y empezamos a caminar rápido dando al grupo principal comandado por Luciano, que avanzaba como una gacela en medio de una marabunta de gente invadiendo las aceras granadinas.
Avanzábamos a buen ritmo, más bien, Luciano nos llevaba a paso marcial, pero algo fallaba. Yo ya sabía la ubicación del mirador de San Nicolás y las cuestas a las que nos enfrentaríamos por los Cármenes antes de llegar, y no hacía falta ser un excelente matemático para adivinar que el sol estaría puesto a nuestra llegada. Así, teniendo en cuenta la distancia, la velocidad de la Tierra (1.620 km/h en el punto más excéntrico a su eje de rotación) y la nuestra propia velocidad (7 km/h), la física y la matemática no erraban, no.
Al llegar a la plaza de Santa Ana, enfilamos a la izquierda por las callejuelas estrechas del Albaicín hacia los cármenes.
El empedrado de las callejas es de tal forma que describen dibujos en el suelo, tipo mosaico, a lo largo de casi todo el trayecto. Atravesamos por la plazoleta de San Gregorio, donde está la iglesia con advocación al mismo santo y seguimos subiendo por la Cuesta de San Gregorio.
La pendiente era tan buena que nos hacía jadear, llegando incluso al sofoco. A veces, teníamos que cesar de hablar para recuperar la respiración acompasada y poder reanudar la conversación nuevamente.
Según nos acercábamos al mirador, el cielo se oscurecía con mayor celeridad. En el último tramo, ya en el Camino Nuevo de San Nicolás, la pendiente minora y comenzamos a ver la algarabía de una multitud de personas que allí se concentraban para ver la puesta de sol sobre un paraje impresionante.
Una plaza con vistas a La Alhambra completamente iluminada sobre la ladera de la montaña. Sencillamente SUPREMO; lanzamos varias fotos del paisaje en medio del gentío.
Después de un rato de contemplación y de alguna que otra llamada a casa, dejamos descansar nuestros huesos en la terraza del bar de la plaza, tomando unas “Alhambras” y otras bebidas, mientras conversábamos animadamente.
Una vez rematada, comenzamos la bajada por las mismas callejuelas por las que subimos, esta vez deteniéndonos en varias tiendas con motivos y artículos musulmanes y árabes, viendo aquí y allá los productos ofertados, comentando con los amigos el impresionante colorido de las tiendas. Las teterías, bares tradicionales árabes donde no se sirve alcohol por su propia religión, se alternaban con las tiendas con el mismo tipo de decoración y colorido. Fue como transportarse a la época de los califas.
Más de uno compró algo, Toñi unas chanclas que ya se las llevó puestas, Miguel Angel un detalle para sus mujeres. Mismamente yo estuve buscando suvenires para las mujeres que dejé a mil kilómetros y, con la magnífica ayuda de Elena, encontramos unas preciosas pulseras. La búsqueda fue en vano, ya que en el momento de la compra, la inexistencia de regateo por parte del vendedor frustró mi intención de compra.
Desde nuestro pensamiento occidental, y dentro de un ambiente donde parece regresar al pasado, casi se podría considerar un sacrilegio no pasar a una fase de negociación y regateo en este tipo de comercio.
Esta negativa a la negociación pudiera ser motivada por la modernización y occidentalización de sus estructuras empresariales, con nuevos sistemas de fijación de precios, obviando su antiguo sistema de fijación puntual de oferta-demanda individual para tener en cuenta al mercado en general y sus tendencias. Bufffff, vaya "taladrada"!!!!
Una vez regresado a la ciudad nueva, fuimos a cenar a El Burladero, muy cerca de la plaza de toros y adornado, como su nombre indica, con motivos taurinos y bestias colgadas de la pared. Asimismo, las fotos de los gerentes acompañados de los famosos que habían yantado en el local inundaban las paredes, como una muestra más de las excelencias del local.
Tomamos una cañita inicial, para luego pasar a un comedor, reservado para nosotros solos, y la verdad, es que El Burladero cumplió con todas nuestras expectativas. Las viandas exquisitas, los postres, el vino,… incluso el agua, estupenda. Todo mediatizado por una buena dosis de alegría, buena conversación, amplias risas y buena compañía.
Como fin de fiesta, el amigo Gabriel sacó las botellas de patxarán, autentico licor de endrinas, que nada tiene que envidiar al Licor Negro da Casa do Ricardo, ni al del Abuelo de Marcos. Estaba sencillamente exquisito, suave y con el dulce necesario lubricando a su paso nuestras ajadas gargantas. Un placer, como dicen algunos, para los sentidos.
Antes de proseguir, quiero hacer notar que no soy devoto del Licor Café, por ello a estas reuniones, nuestro amigo Ricardo, solía traer una botellica de Aguardente de Herbas, digestivo como el que más, si tomas un sólo chupito. Más de uno es pernicioso para la salud. Si bien este brebaje de endrinas extasió mi paladar y mi sentido. Menos mal que fui comedido en su ingestión, ¿o no?. También comentar que hice gestiones previas para que tuviéramos el ansiado Licor da Casa, pero un cúmulo de hechos impidió que degustáramos tal elixir.
Después de hacer este inciso, en ese momento, álgido como no podía ser de otra manera, al calor de la amistad, con el buche lleno y el espíritu alegre, comencé la ronda de brindis con el patxarán en la mano. Así se celebró y brindó por los presentes, por los que no pudieron asistir, por los que si asistieron y retornaron a la cama como los pequeños, por los que no acudieron a la cena por motivos personales como Juan y sus dos amigas, por… La calidez de los que allí estábamos, en medio del jolgorio generalizado, fue sensacional. Lo estábamos pasando realmente bien.
Llegó el momento solemne, entre tanta algarabía, de abrir el debate, ya iniciado previamente por un minúsculo sector en la bajada de San Nicolás, de decidir la ubicación de la reunión de 2011. La fecha estaba clara, primer fin de semana de octubre, instaurada de forma oficial en Salamanca. Hubo comentarios, con buen criterio, de hacerla en una zona del centro peninsular para que nos fuese a todos más fácil asistir. Así como buscar una ubicación donde fuese fácil de organizar para los futuros anfitriones. También hubo comentarios sobre la posibilidad de visitar el País Vasco, Ourense,…
Al final una intervención de nuestro siempre sensato y cabal Luciano, haciendo notar la situación actual y personal de algunos, con retoños próximamente y otros en un futuro algo más lejano, insistió en la realización en una zona céntrica y sugirió un cambio de rumbo en el estilo de estas reuniones; algo que también comentamos bajando San Nicolás. Idea que me pareció excelente. Luciano remató: "se podría hacer un ensayo en 2011 y si no cuaja, siempre se puede volver a la fórmula inicial".
Luciano sensiblemente emocionado |
Evidentemente, sería un cambio de rumbo manteniendo la premisa originaria de una reunión de amigos con sus familias con una afición común, la bicicleta, para pasar un fin de semana lúdico-festivo sin más pretensión que ésta.
Después de su intervención, aparte de dar mi opinión y coincidir con nuestro amigo, lo erigí en nuestro Presidente de Honor. Hubo vítores para nuestro Presi y luego seguimos con el debate, llegando al punto que destacaron con fuerza dos candidaturas, la de Bilbao y la de la zona centro. Al final ganó la Zona Centro, después de unas disputadas votaciones. Miguel Angel sería el encargado de su organización y seguro contará con la ayuda del resto de los amigos madrileños.
Al finalizar tan magnífica sobremesa, algunos continuamos a un local de copas, donde estuvimos hasta altas horas de la noche. Allí Sebas nos sugirió, incluso nos convenció, que asistiéramos en grupo a la ruta de la Legión 101 de Ronda; Luis, Luciano, Toñi, Rafa, yo,… todo un elenco representativo de los asistentes de las Kedadas. Bueno…, a esas horas de la noche y con el espíritu “calentíco” se hacen 101 km, y 3.000 metros de ascensión acumulada, y más; incluso, si me apuras en menos de cinco horas. Nada…!!!! una proeza titánica que cualquier caballero de travesías sobre aluminio 6060 es capaz de hacer en una sola mano y con un pie atado al cuadro. Al día siguiente, una vez disipada la niebla nocturna, veríamos si seguimos tan valientes, por lo menos en mi caso.
Después de pasar animadamente un buen tiempo en este local, nos retiramos a descansar lo luchado durante el día, con buenas sensaciones en el cuerpo.
IV. Sunday, October 3rd
La alarma de mi móvil está configurado para que suene un tema suave de piano “in crescendo” para luego seguir con la voz de Meat Loaf, en uno de sus primeros temas del LP “Bat Out Of Hell”. Así comenzaba este domingo de octubre a las 8:45 con el sonido de esta melodía, posibilitando mi transición óptima y no traumática entre mi submundo con Morfeo y el retorno a la vida real cruda realidad; este día algo más dura al disfrutar escasamente de las maravillas que otorga este dios griego.
Una vez bien despierto tras una larga y relajante ducha, compruebo que mi familia también está levantada y dispuesta para desayunar conmigo. El bizcocho borracho seguía estando de muerte, café con leche, fruta y buena conversación. Al cabo de un rato, una llamada de Miguel Angel me hizo ver que, lo a gusto que estaba tenía que acabar, simplemente para cambiar de situación igualmente gustosa. Así me despidí hasta la tarde de los míos y me dirijí al hotel a reunirme con los amigos.
En la cafetería estaba sólo Miguel, el muy "cebrón" me llamó por esa sencilla razón, quería estar acompañado mientras iba bajando el resto de los amigos, algunos con sus maletas para, en esa misma mañana, regresar a sus hogares. La mesa se quedaba pequeña según llegaban los amigos y se sentaban alrededor con caras cansadas y algo largas. El fin de semana tocaba a su fin.
Ya con todos abajo, comenzaron las despedidas a cuenta gotas, como con ganas de no partir y con emoción más o menos contenida. La realidad es otra y el regreso se hace necesario para volver a encontrarnos nuevamente dentro de un año. Así fueron desfilando Gabriel y su familia, Rafa y la suya, Agustín con su mujer y finalmente Paco con su mujer y Miguel Angel.
El resto salimos del hotel recordando la última frase de Gabriel, antes de despedirse, “Ya queda menos para la KDD del 2011” y comenzamos a callejear Granada hasta llegar a la Bib-Rambla, donde nos separamos para sumergirnos en Granada. Unos fueron hacia la Capilla Real y otros hacia los puestos más antiguos de origen musulmán de la ciudad, entre Bib-Rambla y la propia Capilla Real.
Callejas que tienen, a lo sumo, dos o tres metros de ancho, llenas de productos típicamente árabes. Un sinfín de callejuelas estrechas impregnadas del color y ambiente morisco.
Ese colorido realmente inundaba las calles, cuyo entramado forma un estructura rectangular, cuya pequeñez daba la sensación de un asombroso y abigarrado laberinto. Su arquitectura mudéjar y motivos moriscos, las convierte en auténticos lugares con encanto. Una maravilla, nos perdimos aquí y allá, mirando, buscando, tocando, haciendo fotos, charlando,…
Una vez abandonada la zona nos reencontramos con el resto de amigos y visitamos la catedral de la Encarnación, accediendo por su fachada principal en la Plaza de las Pasiegas.
Ordenada construir por Isabel la Catolica, tiene una planta rectangular con cinco naves que cubren todo el crucero. Su interior da una sensación de grandeza por sus espaciosas naves, especialmente la central, y su enorme luminosidad interior gracias a los innumerables vidrieras y su clara y preciosa piedra reforzando aun más, si cabe, su grandiosidad.
Hacía años que no visita su catedral y me gustó volver a descubrirla. Estuve un buen rato sentado contemplando sus bóvedas y retablo mayor, así como sus blancas y magníficas columnas.
Una vez acabada la visita, un pequeño grupo nos dirigimos al mercado de especias, y al poco nos encontramos con un puesto de hierbas aromáticas y especias, donde disfrutamos apreciando los distintos aromas y colorido de las especias. Mucho me acordé de Sagrario; cómo le hubiera gustado estar allí, se pasaría horas en cada uno de los recipientes deleitándose con tales fragancias.
Susi, que me vio muy interesado, me advirtió que aun no habíamos llegado al mercado propiamente dicho y continuamos su búsqueda. Al llegar al lugar donde normalmente se ubica, con gran desazón, comprobamos que este día no había mercado, estando la calle totalmente vacía de puestos, con excepción de los transeúntes y nosotros mismos.
Así retornamos rápidamente con el resto del grupo para dirigirnos hacia la Capilla Real y visitar los sepulcros de Fernando I e Isabel I, los católicos, artífices de la reunificación de España en 1.492 con la conquista de Granada. Allí también están su hija la reina Juana (la loca) con su cónyuge, Felipe (el hermosote). Curiosamente es más elevado y parece más fastuoso el mausoleo de sus hijos que el de los propios Reyes Católicos.
De 2010 10 KDD Granada |
De igual forma que en la catedral, estuve un buen ratín contemplando la magnífica reja adornada con escenas de la vida de Jesús. Después, bajamos a la cripta al pie el altar mayor, bajo el mausoleo, donde están los solemnes féretros reales de plomo reforzados con unas fajas de hierro. La visita seguía a través de una pequeña exposición de lienzos de varios autores, algunos de renombre (Pedro Berruguete, Van der Weyden, Hans Memling y Botticelli, entre otros), para acabar saliendo por la oficina de venta de souvenirs.
Dimos otra vuelta pasando nuevamente por el lugar donde debería estar el mercado de especias, recordando Luciano la existencia de tal mercado e ignorando el motivo de su no celebración. Después continuamos hacia el Corral del Carbón, un edificio musulmán en forma de corral con una fuente en medio.
Originariamente sirvió como almacén de mercancías, después como posada de mercaderes, almacén y mercado. Los cristianos le dieron otros usos como almcén de carbón y por último un corral de representaciones teatrales, de ahí su actual nombre. Hoy día están las instalaciones de la Oficina de Turismo.
Acto seguido, el bueno de Luciano nos dirigió a un punto inexcusable visita con buen tiempo en Granada. Luciano lo sabía, por eso nos llevó allí: la heladería Los Italianos, lugar donde preparan los mejores helados de toda la Comunidad Autónoma y parte de otras. Fui el único en sucumbir a tal manjar, dada la hora tan próxima al almuerzo, el resto declino la oferta mientras yo paladeaba un digestivo helado de limón.
Regresamos a Bib-Rambla, donde teníamos concertado el restaurante en una terraza, pidiendo el menú del día, regado con agua y Alhambra. Una comida suave para rebajar los excesos del fin de semana. Allí estábamos, aparte de los anfitriones, Sebas y Toñi, Vicente y Luisa, Juan, Antonia y Elena, Luis y Mari Angeles y el que suscribe.
Una llamada de mi hermano me dejó algo preocupado “Mira que en Vigo hay Alerta Naranja, con fortísimo viento”. ¿Podría aterrizar en Vigo? ¿Me desviarían a Santiago? Y el coche lo tengo aparcado en Vigo.
Alejé estos pensamientos de mi cabeza y continué yantando con los amigos, disfrutando del buen tiempo y la tranquilidad de la plaza y la buena gastronomía.
Se notaba durante la comida que el fin de semana y, por tanto, la Kedada llegaba a su fin, teniendo que despedirnos próximamente. Con esa sensación, retornamos al hotel donde ya partieron hacia su hogar en torno a las cuatro de la tarde, los amigos charros y los madrileños, quedándome con Luciano y Susi hasta el final. Me despedí de ellos con hondo pesar y regresé caminando a casa. La maleta ya la tenía lista y sólo me quedaba estar un ratín acompañando y conversando con la familia hasta la hora de ir al Federico Garcia Lorca.
Sobre las cinco nos dispusimos a partir hacia el modesto aeropuerto granadino, necesitándose tiempo a tenor de las obras en curso.
V. Off Topic. Un curioso regreso a casa.
Una vez llegado al “Federico”, compruebo que los pasajeros ya estaban embarcando. Así despues de una despedida rápida de mi familia, me dirigí a la puerta de embarque, para luego acceder al Airbus caminando por la misma pista igual que a mi llegada.
Precisión suiza en el despegue, exactamente a la hora prevista. Lectura de mi revista Mundo Medieval, la del sorteo del Camino del Cid, y de vez en cuando mirar por el ventanuco del avión en plan “GoogleEarth”, igualito que cuando estoy manejando los tracks, oteando y examinando el terreno en esa eterna búsqueda de los mejores caminines para rodarlos…
El comandante avisa, y el avión se agita. Las nubes están abajo y el sol ilumina la aeronave. Seguimos con las sacudidas, y reflexiono jocosamente “Coño, alguien debe estar mal de la tripa, tirandose unos cuescos, -como decía el humorista Eugenio- que hace retumbar el avión”.
Después de alguna que otra sacudida, aterrizamos con puntualidad y delicadeza en Barajas. Juan Antonio, el Comandante, debe ser un piloto con amplia experiencia. Realizó mi misma maniobra al aterrizar que yo cuando jugaba con el Flight Simulator, siendo todo un chaval, dando motores justo en la toma con tierra elevando ligeramente el morro y mejorar la suavidad de contacto.
La T4, como ya mencioné, es muy cómoda y facil para hacer el tránsito entre vuelos sino tienes que ir al edificio Satélite. Mientras esperaba el vuelo 580 con destino Peinador, asistí a una discusión flemática de una empresaria ecuatoriana intentando localizar a un empleado, Mauricio, que supuestamente no había entregado el coche de ejecutivo en la casa de la jefa, un Mazda de 70.000 dólares americanos. Estaba muy nerviosa y enfadada y su conversación se oía de punta a punta de la Terminal.
Al principio no localizó a Mauricio, así que movilizó a todo el mundo, a su padre, a su secretaria, a su abogado, a la policía, a la empresa Hunter de localización vía satelital del coche, incluso dio orden de despido fulminante. Al final consiguió hablar con el tal Mauricio, que parecía no ser el chofer, sino algo más por su relación con un arquitecto con el que nuestra protagonista ya no trabajaría más, según se desprendía de su airada conversación.
No voy a relatar la conversación, puede haber menores que lean estas líneas, pero decir que consumó su despido y como testigos tuvo a todos los que estábamos en tránsito en la T4, además de amenazarlo con “hacerlo preso, ya!!!!”. Fue como estar dentro de una telenovela y, la verdad, no gustaría estar en el pellejo de Mauricio.
Embarco en medio de un grupo de mozalbetes con ropa deportiva, dando un toque juvenil a la seriedad que suele tener este tipo de transporte. Era el equipo de futbol del Pontevedra, y para ser el equipo “grande” me parecían muy jóvenes.
La azafata que nos recibió me resultaba familiar. Humm, es la misma del vuelo anterior. Al pasar compruebo que la puerta de la cabina está abierta, cuantos relojitos tiene el cuadro de mandos, la leche!!! No me atreví a preguntarle si podía hacer una foto.
Una vez sentados, un chavalote del CF manifestaba intranquilidad, se notaba que le daba miedo volar con frases como “apaga el movil, no es broma, que esto se puede caer. No has oído que apagues el móvil?, no me mientas que lo has puesto en silencio, esto es muy serio, cuando pase la azafata le diré que lo tienes encendido…”, todo esto entre resoplidos.
El chaval estaba realmente nervioso. Era lo que me faltaba, tener a un histérico a mi lado, cuando yo sabía que en Vigo estaban en Alerta Naranja con viento racheado y mucha lluvia.
Me quedé sumamente tranquilo al comprobar que el comandante es también Juan Antonio, mientras nos informaba de la lluvia y viento en destino. Nada, todo controlado, con el majete éste. Pues, a leer un ratín.
Mundo Medieval es una revista densa, que quedó fulminada después de tanto viaje, así sin otro entretenimiento, me puse a ojear la revista del avión. Anda que veo!!!! Información de consecuencias en los vuelos:
“Jetlag”, hombre algo de jetlag tengo, si, tengo el sueño cambiado.
“Menor humedad relativa”, la humedad suele estar entre el 10-20%, así por la sequedad ambiental recomiendan beber agua o zumos y desaconsejan tomar alcohol por lo menos el día anterior por la deshidratación que provoca. Hombre!!! justo lo que hice, con excepción del patxarán.
“Diferencia de presión, ajustándose en el despegue y aterrizaje”, los gases del estómago se expanden con los ajustes, recomendando no ingerir comidas que puedan provocar flatulencia. Si ya lo decía yo… los meneos del vuelo anterior no fueron las nubes, alguien dentro del avión se estaba pedorreando de lo lindo.
Según nos acercabamos a Peinador las sacudidas iban en aumento, prometía ser un aterrizaje divertido y movidito, Juan Antonio corregía trayectoria con suma habilidad, dando motor, soltando, virando… El chavalote a mi lado gemía cada vez que el avión se balanceaba provocando la sensación de subida de estómago. “Aterrice ya” decía. Tranquilo, chaval ¿nunca te subiste a una noria?, pensaba yo.
Soberbio Juan Antonio tomando tierra, bueno… más tomando agua, porque como llovía, madre de Dios!!! En Peinador, mi hermano estaba allí para llevarme a mi casa en Vigo, ver a mi madre, cenar un poco y salir para Ourense.
¿Donde tienes el coche? Y el muy cachondo me responde que ahí al lado y que no nos mojaríamos "apenas". ¿¿¿Qué no nos mojábamos??? Y una leche!!! llegué empapado. Joer, y con el estupendo goretex de la bici en la maleta. GRRRR!!!! Efectivamente, como me imaginaba, la Alerta Naranja estuvo plenamente justificada; la jornada tuvo que ser de de campeonato: todos los contenedores de la basura estaban tirados por el suelo y la carretera llena de ramas, hojas y tierra por el vendaval.
Bien cansado estaba cuando llegué definitivamente a mi hogar alrededor de las 23:30 h. casi el último en llegar a destino.
SALud y nos vemos en la KDD de 2011
Copyright de las Fotografías: propias, Luciano, Gabriel y algunas de Internet.
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