En realidad, llegamos a Blaye pero nos alojamos unos pocos kilómetros antes, en St Martín de Lacaussade, en un entrañable albergue comunitario regentado por la no menos entrañable madam Maite Defosse durante 18 años. Es necesario llamar por teléfono antes, siendo su número (lo tiene anotado Juan).
En Pons nos levantamos media hora más tarde de lo acordado con nuestros despertadores. Sin hacer ruido, me puse la indumentaria ciclista y partí hacía el pueblo para comprar algo para desayunar, primero a una panadería y luego a un supermercado a por leche, que no encontré a pesar de las instrucciones precisas de un ciudadano francés y en francés, idioma que no controlo en absoluto.
Salimos despues de almorzados y la lluvia empezó nuevamente para no variar. El frente de mal tiempo dura mucho y llega muy al interior y no es de extrañar al no existir montañas costeras que lo frenen. El viento parece no cesar.
La traza nuevamente se hace por caminos, alternando zonas de hierba con zonas de sabrego. Asimismo alguna tramin por carretera local se hace. Entre viñedos vamos muchas veces.
En un puesto ambulante compramos una melona natural, cultivada por el propio vendedor que también nos ofreció brandy elaborado por ella misma, cosa que no aceptamos, aunque sí, Juan casi la compra. Asimismo en un super de Mirambeau compramos algo más para la comida.
No encontramos ningún lugar "axeitado" para detenernos a comer, y como el hambre apretaba nos detuvimos en un pajar a repostar algo sólido, tomando queso, jamón, fruta y aquella preciosa melona que nos devoramos entre los dos. El sol salió y molestaba, poniéndome una visera.
Arrancamos y la tregua que nos había dado el cielo durante el yantar se quebró rompiendo a llover. Otra vez con el chubasquero. Y para más inri, un nuevo tramo de hierba con aire en contra. Unos kilómetros antes de Blaye el camino se bifurca, a la derecha la traza nos lleva por un carril bici, mientras que por la izquierda el camino hace dos km más pero pasa por un cementerio con las tumbas de unos peregrinos. La guía recomienda seguir este último trazado. Seguimos pues esta senda y como la señalización es muy deficiente, nos perdimos y creo que dejamos atras el cementerio. Nos auxilió un pequeño ciclista que nos acompañó casi hasta destino y a toque de corneta.
Llegamos a St Martín y compramos algo para cenar con una sorpresa. Después buscando el albergue, le preguntamos a tres personas que resultaron ser del Consejo de la Villa, indicándonos que el albergue era aquel mismo sitio y, muy amablemente, llamaron a la hospitalera, que resultó ser un encanto.
Nos alojamos simplemente y seguimos hasta Blaye para dejarla vista para el día siguiente. Estuvimos en la ciudadela amurallada y bien fortificada, buscamos desde donde sale el ferry de mañana y luego nos tomamos una birra.
Regresados al albergue, nos aseamos y nos pusimos a cenar. Un buen vino de Burdeos acompañó la velada.
SALud
lunes, 18 de julio de 2011
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2 comentarios:
Me alegro que estéis bien los dos, dáis envidia rodando por las galias.
Un abrazo fuerte
miguel angel atleta
Animo amigo Ignacio que sigas disfrutando de la aventura.
Saludos desde Ourense
Eliseo
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