La traza asciende abandonando la carretera principal por la derecha para seguir por una calle unos metros más allá de la pensión. Las flechas no aparecen al llegar a un cruce, lo más lógico es que sigan hacia la izquierda por una calle hacia el centro del pueblo, donde su iglesia parroquial, mientras que el track sigue de frente para rodear el pueblo. Sigo pues hacia la iglesia parroquial en leve descenso y una vez allí veo un mojón peregrino.
Sigo ya las flechas saliendo de la villa por una angosta senda con escalones donde hay que empujar a tramos la bici hacia una pista cementada por donde viene el track de zinaztli. Por eso venía por ese lado, evitando los escalones. Aun así, la pendiente por la pista sigue siendo endemoniada con unos porcentajes en torno al 24%.
Se enlaza con otra carreterilla más ancha girando a la derecha donde se comienza a descender y luego ir casi llaneando alternado la carretera que une Corcubión con Fisterra con algún camino o pista. A veces me separo de la traza para ver los arenales playeros de esta parte de la costa. Es demasiado temprano para detenerse a zambullirse en el océano Atlantico. Playa de Estorde, playa de Sardiñeiro,..., son fotografiadas por mi cámara.
Pasado el nucleo de Sardiñeiro de Abaixo, la traza se separa de la carretera por su derecha en leve ascenso al principio por un camino bien definido con buen firme donde voy adelantando a peregrinos caminantes y ya en descenso claro donde se empieza a contemplar la playa de Langosteira y Finisterre y su Faro según se baja.
Abajo se toma la carretera nuevamente unos pocos metros para cruzarla y seguir por un paseo de madera que va por la playa de Langosteira, vacía de bañistas, mientras que en el enmaderado me voy encontrando ciclistas de fin de semana. La larga playa es muy apetecible pero he de seguir hasta el pueblo para conseguir la Finisterrana en el albergue muncipal.
Paso al lado del restaurante "Tira do Cordel" a pie de playa, o mejor dicho, a pie de arena, donde acaba el paseo y se asciende a la villa de Finisterre, yendo ya hacia el pueblo por su carretera. Unas fotos a un cruceiro y a unos mariscadores en unas rocas y a seguir hacia el puerto donde está el albergue.
Son las 10:45 horas cuando llego al puerto, muy concurrido por peregrinos descansando y turistas que empiezan a ir a la playa. Pregunto por el albergue y me informa un taxista que no abre hasta la una del mediodía y que siempre tenía cola para entrar y, por ende, para conseguir la Finisterrana. Estuve charlando con el paisano un rato hasta que me decidí volver a playa Langosteira.
Regreso por donde había venido, pasando nuevamente por el cruceiro y Tira do Cordel. Me cruzo con unos peregrinos caminantes que previamente había adelantado. Me detengo, quito la toalla, el bañador y cando la bici atada a un protector metálico para coches. Me dirijo al arenal, me pongo el bañador y a disfrutar un poco de la casi vacía playa. Un pie, otro pie, no está tan fría. Cintura, bueno aquí ya se nota algo más de fresco. Chapuzón y me levanto enseguida. Un segundo chapuzón, joer!! qué frío el Atlantico, medio largo y no arriesgo más y a la toalla.
Mientras espero a que seque un poco el bañador, compruebo como van llegando peregrinos y además se van fijando en mi bici con alforjas allí atada mientras su dueño disfruta de la playita. Tanto es así que alguna peregrina sigue mis pasos pero solo para refrescarse las piernas en el agua mientras pasea por la orilla.
Por mi parte me pongo a charlar con un toledano que allí estaba con sus dos pequeñas en su último día de vacaciones. Al enterarse que conozco algo de mundo por Zamora y Salamanca, me solicitó información sobre el estado de las carreteras y autovías por esa zona para no regresar por Madrid.
Me quedaría más tiempo, pero son las 11:30 y hay que regresar a la villa, cosa que hago despues de darme un segundo chapuzón y despedirme del toledano. Me cambio y vuelvo a preparar las alforjas. Me encuentro francamente bien, super fresco. De hecho el pulsómetro no marca nada. ¿Tan relajado estoy?
Poco antes de la una del medio día, llego con la bicicleta al albergue, donde sólo hay dos-tres personas esperando para alojarse. Establezco conversación muy animada con dos de ellos y otra peregrinas más que llegó despues. El tema era sobre el tercer peregrino que siempre se colaba para entrar en los albergues convirtiéndose en tema jocoso durante la espera.
Conseguida la Finisterrana y despues de despedirme de los otros peregrinos, me dirijo al faro, previamente pasando por el castelo y su cruceiro, en el otro lado del puerto.
Ahora toca la subida definitiva al faro que se hace por carretera en ascenso cómodo aunque con mucho calor por la hora que es, las 13:30 horas y faltan casi 3 kms para llegar a la cima. Como digo la subida es cómoda y fácil con un descanso a mitad de camino para repostar agua en una fuente muy fresca, pero antes una paradita al principio de la subida, en la iglesia de Santa María de Fisterra. Es ese momento me encuentro con unos viejos amigos, el ciclista leonés y su hija que ya bajan del faro. Nos saludamos brevemente ya que los recogen en media hora en el pueblo. Le pregunto a la hija sobre la experiencia final y me responde que sin duda no será la única travesía.
Una estatua de un peregrino a mitad de subida y arriba del todo de la carretera, poco antes del faro, una zona con puestos de venta de souvenirs con cruceiro incluido. Más allá un restaurante.
Desde los puestos hasta el faro, que no se ve desde ese lugar, un leve descenso por una pista cementada, y allí está: el mojón con el kilómetro CERO y el faro a pocos metros.
Pero que mala suerte!!! Llego 8 minutos tarde, el faro cierra a las 14:00 y no puedo estampar el sello del Fin de la Tierra en la credencial. Abre a las cuatro. Dos horas no puedo esperar, llevo ya retraso por la apertura tardía del albergue.
Así regreso por la misma carretera hacia la villa y me voy a comer a Tira do Cordel, comida sana y de calidad. Dejo la bicicleta en el mismo lugar donde la aparqué cuando el baño. Todos los comensales, casi de etiqueta, me miran con extrañeza con mis pintas de ciclista. Despues de un lento yantar, salgo del restaurante y me encuentro a Guisseppe que viene con aquella biciperegrina algo gruesa con los que parloteo algo. Ella es de Valladolid. Cuando se despiden de mi por seguir su camino, me dirige la palabra un taxista preguntandome por el Camino de Invierno. Él hizo algunos caminos y tenía ganas de hacer éste, incluso tenía en el taxi la documentación sobre trazados, albergues, etc.
Finalmente a las 16:15, reanudo mi viaje, una vez zanjada la charla con el taxista al terminar sus clientes de comer en Tira do Cordel y continuar con ellos la ruta turística.
Es tarde, incluso pienso que pude haber quedado a comer arriba en el faro aprovechar a sellar allí. Bueno, ahora ya está y no vuelvo a subir, así de paso volví a ver a Guisseppe. Se sale de playa Langosteira por carreterilla en ascenso hacia San Salvador de Duio. Se puede echar un vistazo a las buenas vistas que dejamos atrás de la costa.
En San Salvador se retoma nuevamente una pista de firme fácil de rodar pero, por contra, en fuerte ascenso hasta la Cruz da Rapadoira. A partir de aquí se desciende por pista hacia Rial y Buxán, lugar donde se toma otra pista cuasi asfaltada en medio de un buen pinar, para luego entroncar con una carreterilla que sigue descendiendo hasta Castrexe.
En Castrexe volvemos a retomar un camino ahora en ascenso mientras se contempla la Praia do Rostro. Un corto y duro repecho asfaltado a la derecha para llegar a la carretera que viene de Castrexe, si bien no se sigue por ella, sino por una pista a la izquierda tambien en ascenso hasta que se salva el Monte do Couto.
Un descenso hasta A Canosa donde el parche puesto por la reparación de la rueda en Negreira salió disparado perdiendo toda la presión. Vuelvo a reparar pero me quedo algo intranquilo al comprobar que no sella al 100%, o eso me parece a mi. El neumático está pidiendo su jubilación a la vista del desgaste y la degradación de los tacos laterales.
Una vez reparada, continuo y me pierdo un poco por la escasez de indicaciones en la misma A Candosa. Se sigue descendiendo hasta el regato que desemboca en la pequeña Ría de Lires. En poco trecho llego a Lires, donde me detengo para comprobar la presión de la rueda, parece que "flanea" un poco. Le doy algo más de presión y sigo.
Los siguientes 9 kilómetros, desde Lires, son de ascenso con algún pequeño descenso de descanso. Se inicia por pista fácil y carreterilla hasta Frixe. Despues se sigue por un caminín y pista ancha en ascenso tambien, donde veo una furgoneta que viene de frente y que me deja paso, al poco me adelanta de regreso.
A Guisamonde hay un pequeño descenso, se cruza el núcleo para salir por una carreterilla en ascenso. En un cruce con un camino vuelvo a ver la furgoneta aparcada sin el conductor. Uy!!! qué raro!!! Le tomo una foto a la furgoneta con la matrícula y al nombre de la empresa maderera a la que pertenece. Si mañana llego a leer en las noticias sobre un incendio en las inmediaciones, le envio la foto a las autoridades.
A Morquintián se llega por esa misma carretera y justo 200 metros antes nos encontramos una buena fuente vigilada por un cruceiro con pinta antigua o muy castigado por las inclemencias del tiempo.
Se sigue por carretera casi kilómetro y medio más en ascenso, para tomar un camino a la izquierda también en subida por un trecho de un kilómetro donde ya empezaremos a bajar hacia la costa. Primero por camino rápido para, poco después de Xurarantes, tomar una senda que nos desciende por divertidos arenales y volver a tomar la carretera que lleva a Muxía. Solo quedan 2 kilómetros para llegar a la villa marinera.
En Muxia tomo alojamiento en una casa donde alquilan habitaciones con baño, necesito un buen descanso, y luego me voy, sin desmontar nada, ni las alforjas, al albergue a conseguir la Muxiana, cosa que recibo aunque me informan que normalmente se da en la oficina de turismo.
Con la Muxiana en mi alforja, me voy al Santuario da Virxe da Nosa Sra. da Barca, en la que en ese día hay una romería. Cuando yo llego, en torno a las 20:10, ya se ha acabado y los romeros y feligreses ya se están marchando. Primero subo al Monolito, monumento en recuerdo por la catástrofe del Prestige, despues me dirigo al Santuario, donde en su interior venero a la Virxe, y despues me voy a contemplar A Pedra de Abalar, a Pedra dos Cadrís e A Pedra dos Namorados, charlo un poco con la gente comentando la leyenda.
El Santuario y sus inmediaciones comienzan a vaciarse de gente y solo quedamos los que queremos ver la puesta de sol, sentados de forma salpicada sobre las rocas que conforman este bello paraje. Así, sentado encima de una gran roca, muy cerca da Pedra de Abalar, espero pacientemente a que se ponga el sol, mientras doy cuenta de un salchichón.
La Trance está contemplando tambien la puesta de sol desde el patio del Santuario, vigilando además mis actos. La Travesía concluye con esta puesta de sol.
Una vez apagado el dios SOL, me dirijo a la villa nuevamente subiendo por el monolito y, ya después de alojarme, voy a cenar con otro homenaje a base de productos del mar, sin preocuparme que al día siguiente debo levantarme sobre las 6:30 para tomar el autobús de regreso a Santiago de Compostela.
Efectivamente, al día siguiente salgo temprano de Muxía, alrededor de las 7:35 horas, para llegar a Santiago y tomar en menos de media hora otro autobús que me llevaría a Ourense. Sobre las doce ya estaba en mi ciudad y, como nadie había en mi casa, ni corto ni perezoso me voy a lavar la bici y las alforjas en un autolavado a presión y despues a las Termas do Muiño para darme un baño relajante de agua caliente a 40º de temperatura y destensar mis doloridos y cansados músculos.
SALud y hasta la próxima Travesía.
Datos Garmin 62S
Distancia: 55,59 kms.
Duración: 12:24:15
Tiempo detenido: 6:27::13 incluye fotos y descansos para repostar
Velocidad media en movimiento: 9,4 km/h
Velocidad máxima: 45 km/h
Ascensión acumulada: 1.133 m.
Descenso acumulado: 1.091 m.
Altitud máxima: 269 m.
Pendiente máxima: 22,2%Pendiente mínima: -27,2%
Pulso medio: 83 p/m
Pulso máximo: 149 p/m
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