Animados preparamos la ruta con los trazados ya conocidos y otros por conocer. A media tarde del día de Navidad envio por email el track del GPS con la ruta y su perfil. Un trayecto de 35 km, y 1.100 m. de acumulado.
Esa misma noche, con todo dispuesto recibo un sms "Mañana 9:30 en los Salesianos, dan mucho frio para subir...". Acto seguido cojo el teléfono y marco el número del sms entrante. "¿Cómo, anda y vamos, no seas remolón, algo de frio y vas bien abrigado y ya está". Enseguida convencí nuevamente a Julio.
A las 8:00, hora pactada, lo estaba recogiendo en su casa. Montamos las bicis y las mochilas en mi coche y arrancamos para poder iniciar la ruta en torno a las 9. Según avanzábamos en coche, su termómetro no cesaba de bajar: -2º, -4º. Parecía la evolución del PIB. Al cabo de unos kilómetros y de charla, volvimos nuestros ojos nuevamente al indicador: -9º. Leches!!!! El termómetro tiene que estar fallando. No puede ser, si hace nada marcaba -4º.
A partir de ese momento me empecé a preocupar, es demasiado frio. El termómetro seguía descendiendo -9,5º. "Jobar!!! Esto sigue aumentado", pensé. Al cabo de un rato -8º, "ves? que te dije, esto era pasajero". Al llegar al punto de salida, volvía a marcar los 9º bajo CERO. La nieve cubría los cembos de la carretera y las montañas. La cosa pinta mal. Menos mal que por lo menos no hay niebla, un cielo limpio y pendiente aun de la salida de un sol que se me antojaba algo perezoso.
En un momento dado, las roderas del tractor se desviaban a una prado, mientras que en el camino quedaban sólo unas roderas antiguas que parecían de un coche. La nieve pulverizada nos enterraba los neumáticos ascendiendo con gran dificultad y gasto físico.
No es fácil intentar seguir la trazada de aquellas ruedas. Ibamos de un lado a otro intentando coger la huella pisada. Muchas veces, por la pendiente y el cansancio teníamos que patear un poco.
Llegamos a un cruce, por nosotros conocido y que en ese momento no reconocí. El manto de nieve era de tal magnitud que hacía difícil tener referencias. Allí cambiamos la cámara de Julio que perdía aire de forma importante, el liquido sellante ya no cumplía con su función. Y tanto, el pincho de 2 cm. que tenía clavado no era para menos. "Tranquilo Julio que luego es bastante llano y se puede rodar", animaba.
Un leve descenso maravilloso culeando a veces de lado a lado por el enterramiento de la ruda delantera. La nieve se hizo más densa y profunda según nos acercábamos a zonas sombrías y protegidas por la propia montaña. Todo el rato le indicaba a Julio, "Luego subimos por la cara sur y verás como ya no hay apenas nieve". Poco consuelo eran esas palabras cuando la pendiente aumentaba y había que patear con una nieve que a veces superaba los tobillos.
El día estaba limpio y claro con un sol bien majo que ya empezaba a calentar. El termómetro ya marcaba 3º positivos, increíble. "Vamos a ver como está un poco más allá, hay un llano y se puede pedalear". Llegamos a otro cruce con unas vistas impresionantes. A la derecha en ascenso nos llevaría por el trazado que habíamos elegido para subir a la montaña; por el de enfrente que se incorpora también por la derecha, corresponde a la traza elegida para nuestro regreso de la montaña.
Después de este dificultoso pedaleo, recuperamos la traza de la ruta de senderismo y gira hacia el sur, estando en la cara oeste. Efectivamente es un poco más llano. Continuo y compruebo que me he desviado del track. ¿? Que ha pasado? Regreso atrás y llego al punto donde debía de haber ido. Julio, que venía un poco retrasado, llega a la vez que yo.
Analizamos el track. Baja a una cota 100 m. más abajo para volver a subir de forma más intensa ya por la cara sur. Julio queda pensativo "Eso de bajar..." Reconozco que no creí que hubiera tanta nieve y dada la hora que era, acordamos hacernos la foto con el Belén allí mismo y regresar que nos llegaba el tiempo. Además para llegar arriba aún quedaba casi 8 km. y con la parte más pendiente aun por llegar. Despues habíamos elegido descender por la cara norte para regresar al punto de partida, con tramos coincidentes con la ida. Y la verdad, ni sabía como estaría la subida por la cara sur y viendo lo visto, el regreso podría estar intransitable ya que conocía la zona sombría por la que discurría. Bella pero sombría.
"Te das cuenta que todo el rato me llevas diciendo que un poco más allá apenas hay nieve", me comenta Julio. "Si, claro. Es para animar", reconozco.
Allí mismo nos hicimos unas fotos para dejar constancia de nuestra particular celebración de la Natividad del Señor y regresamos por el mismo camino por el que subimos. Y bien difícil se hacía descender por la nieve virgen. Ahora buscábamos nuestras propias pisadas de ascenso.
Entre risas, nos cruzamos con dos senderistas que iban a la montaña y nos preguntaron por el acceso y dificultad. Un poco más adelante nos cruzamos con dos todoterrenos (de esos que no se usan para ir a comprar el pan).
A partir de aquí bajamos más rápidos por las propias roderas de los todoterrenos. Un repechito, algo de hielo, vuelta a bajar y llegamos a la zona de las roderas del tractor del principio de la ruta. Ahora ya descongeladas y el camino convertido en un barrizal. "Joer!!! con las bicis tan limpias y las vamos a manchar ahora. Ve despacio para no salpicar".
El coche estaba en el mismo lugar donde lo había aparcado por la mañana a 9ºC bajo cero. Montamos las bicis, arrancamos y durante el regreso a casa, comentamos hacer esta misma ruta con el mismo trazado proyectado en primavera, con una climatología más benigna, si bien el sol nos acompañó todo el rato desde que apareció en lontananza. De eso, no nos quejamos en absoluto ya que gracias a él, llegamos a estar a 8ºC encima de cero, una diferencia termal de 17º. Realmente, ambos no pensamos que la nieve estuviera ya en el punto de inicio.
Más fotos en Picasa
SALud y hasta otra.
0 comentarios:
Publicar un comentario