jueves, 22 de julio de 2010

El Templario Roberbolo por La Via de la Plata

Martes 20: contaba con la llegada de Roberto a Ourense a partir del mediodía toda vez que salía desde Laza. Si bien a las 10:47 recibo su llamada indicando que estaba a 12 km. De Ourense. JOER!!!! Ya está aquí!!!!!

Sobre las 12 ya estaba instalado en el hotel, al lado de la catedral, quedando de vernos por la tarde. No me pude resistir, pillé la bici y me fui al hotel a ver a mi antiguo amigo. Un fuerte abrazo fue lo primero que nos dimos, después una birrita juntos en una terracilla mientras charlamos y le entregaba unos perfiles y notas que me solicitó. Despues fuimos a dar un breve garbeo por el casco viejo y a la catedral a sellar.

Como este machote se había levantado a las 5:30 le acompañé al Meigallo para que pudiera comer. Vamos que me senté con él en una terraza y los dos nos dimos un homenaje a base de tortilla, pimientos del país y unas costillinas, todo regado con unas buenas birras. Al acabar, se fue a descansar al hotel mientras yo me iba a casa a los quehaceres domésticos y dejar las viandas preparadas para mi familia.

Quedamos en torno de las 18:30 con las bicis para dar un rule por la city (Las Burgas, la Alameda, el Paseo,…) para luego ir por el paseo fluvial a la zona termal, enseñándole todas nuestras termas, y en la última, darnos un baño reparador de 25 minutos. Allí estuvimos con otros compañeros de Camino, dos chicos catalanes que lo hacían por carretera y que Rober los iba encontrando en los finales de etapa. Además de charlar con otros bañistas sobre las bondades de las termas y del propio Camino de Santiago.

Con los musculos tonificados, regresamos para ir a cenar. Pasé primero por Porta da Aira para reservar y después me dirigí a casa para recoger a mi cónyuge, que se incorporaba al convite. Nuevamente juntos, pedimos las viandas y el amigo Rober casi se emociona con los Broken Eggs (Huevos Rotos, ya famosos por los amigos que pasan por Ourense), haciéndole unas fotos antes de pasar a devorarlos.

Despues de la charla y con el estómago más que satisfecho, nos despedimos hasta el día siguiente, donde Rober accedió a salir más tarde al acostarse más tarde y al ir yo con él un rato con la bici.




Miercoles 21: Diana a las 7 de la mañana para encontrarnos media hora más tarde ya en el lugar de desayuno que previamente habíamos acordado. Él tomó un café y un acuarius y yo reconozco que lleno más el depósito con un zumo, colacao y una ensaimada.

Arrancamos a las 7:45 h. y nos encontramos con los dos catalanes e iniciamos juntos. Pasamos por el Puente Romano, avda. de Santiago y en la gasolinera de Velasco la senda caminera se desvia de la carretera nacional a la derecha. Los otros dos compañeros se despiden ya que van por asfalto por la N525.







La traza, como muchos sabeis, inicia en descenso para luego, una vez cruzada la N525 (se cruza 4 veces), subir por el pueblo de Cudeiro de forma importante. Sube, sube y sube. La cadena del amigo Rober empieza a saltarle de vez en cuando. Pasamos por casas blasonadas, por una calle enlosada con mucha pendiente que acaba en el 20%. Delante llevamos un bikergrino portugués al que alcanzamos en ese punto.




Proseguimos subiendo claro está y llegamos a un enlosado con mayor pendiente si cabe, nuevamente llegamos al 20%. Las gotas de sudor resbalan por nuestras caras y eso que son las 8:00, y que no hace el calor que nos tiene acostumbrados Ourense.

Rober va callado aguantando como un toro la fuerte subida, con un esfuerzo mayor que cualquier bikergrino debido al problema de la cadena.







Se suaviza por momentos para llegar al camino real, perfectamente enlosado y con la bicicleta botando. Me quedo un rato haciendo fotos y me alcanza el biker portugués, ha salido de su casa, cerca de Chaves a 15 km al sur de Verín. Prosigo alcanzo a Rober una vez pasada la calzada empedrada. Ahora la senda se convierte en una carreterilla de 5º orden en subida algo menos fuerte hasta la Mina Chain, donde el firme ya se convierte en camino con arena granítica donde a veces se pierde tracción.






Doscientos metros más arriba de la Mina, el perfil se suaviza de forma importante llegando a los 475 metros de altitud, viendo la capital ourensana allá abajo en su pozo natural. En ese momento fue cuando Roberto se dió cuenta de la fuerte y excelente subida que tenemos aquí exclamando "JOER!!! si que hemos subido en 3 km!!!".






A partir de ahora nos moveríamos entre unas cotas de 400 y 450 metros, alternando camino de tierra con buen firme, arenoso, asfalto con un margen de tierra para los caminantes y alguna trialera boba sin dificultad alguna. En este tramo se ven indicaciones y reseñas nuevas con motivo del Año Jubilar, así como nueva pavimentación de la senda peregrinal con tierra compactada.








Descendemos por una pista a velocidad pasando al lado de unos frondosos carballos centenarios dando la sensación de ser de noche por la oscuridad y serenidad que emanan sobre el camino. En esto, estamos ya en el mini polígono empresarial de Tamallancos, donde tenemos que volver a cruzar por segunda vez la N525. Y allí estaban los compañeros catalanes dilucidando de si seguir por camino o por la carretera nacional.


Son las nueve de la mañana y llevamos un ritmo excelente.




Al acercarnos a los compañeros, no se percataron que eramos nosotros y comenzaron a peladear por la senda caminera abandonando, con buen criterio, la N525. Seguro que la densidad de tráfico y la peligrosidad de las altas velocidades de los coches les hizo cambiar de idea.

Los alcanzamos en menos de un minuto y fuimos juntos un buen tramo. Ellos se envalentonaron al ir por una carreterilla de 5º orden y Rober les dejó ir, alcanzándolos en las subidas y dejándolos en las bajadillas por asfalto. Charlando y pedaleando pasamos por otra zona de frondosos carballos hasta que llegamos nuevamente a cruzar la N525, indicándoles que ahora se complicaba un poco más. Los compañeros nos imitaron y siguieron por la senda caminera.

Pasamos por unos horreos antiguos y viejos, para bajar, dejando a un lado el Pazo de Albor, que no se ve, hacia el rio Barbantiño con su precioso puente medieval. Los dos amigos catalanes alucinaron con el puentín y Rober sentenció que estas pequeñas joyas es lo que se perdían al ir por la carretera.

Atravesamos el rio pasando por un pueblo abandonado cuyo firme eran unas excelentes y gigantes losas de piedras muy divertidas, pero que ahora estaban tapadas por tierra compactada. Una pena, si. Y después de un rio, viene una subida, según el teorema de Thales. Fuerte y normalmente embarrada en la antigüedad, ahora es fuerte pero asfaltada.

La cadena de Rober sigue saltando cada vez más. Arriba en el llano, la revisaremos. Llegamos a Faramontaos y luego viene un tramo en subida muy roto y divertido para mi. Pongo el platín, suelto la suspensión y todo para arriba buscando la trazada idónea. Uno de los catalanes me tapona a lado de Rober, pero éste se aparta lo suficiente y a la vez que me ayuda con un empujoncito para no echar el pie y asi salvo la situación y llego hasta arriba. Rober en la medida que puede con las alforjas y su rígida me va siguiendo. A los dos amigos catalanes creo que se les atragantó la trialera y no los volvimos a ver más.

Una vez arriba en Viduedo, volvimos a cruzar la N525, ya por última vez en esta parte del camino, si bien, Rober tendrá que cruzarla alguna vez más por la tarde, bien pasado Oseira en el alto de Santo Domingo.

Ahora vamos subiendo progresivamente, pasamos Casas Novas, donde se juntan las dos variantes (la de Cudeiro y la de la Costiña de Canedo por Ponte Mandrás), y llegamos a Cea, y justo al entrar en el pueblo nos detuvimos a revisar el cambio y la cadena. Se ajusta mejor el cambio pero observamos que algunos piñones del casette están deformados que son los que hacen que salte continuamente. En Lalín verá si hay tienda de bicis, ya que es necesario cambiar el casette y lógicamente la cadena también.




Son las 10 de la mañana cuando seguimos, entramos en Cea, hacemos unas fotos unas fotos a la plaza del pueblo con su Torre del Reloj y comentamos de las delicias del pan de Cea. Estamos a 500 metros de altitud y seguimos subiendo, pasando al lado del campo de tanatorio y el campo de fútbol.



La traza vuelve a ser un camino terrero en ascenso con un porcentaje mantenido y curioso, pero dado lo pasado anteriormente, parece un “falso llano”. Rober me ofrece algo de comer, y le sugiero que si quiere nos detenemos para que él reposte algo; “no hace falta, yo ya he comido un platano”, responde. Este Rober… hasta come encima dela bici.


Voy delante, conozco bien el trazado y lo que veo hace que suelte la suspensión, y como Rober es “perro viejo”, intuye lo que nos viene proximamente “cuando echas la mano a esa palanquita, malo”. Efectivamente una zona empedrada que luego se convertirá en una calzada muy rota con piedras desiguales, en la que mi amigo intenta subir como un jabato, y realmente sube como un toro la primera parte hasta que ya es imposible seguir. Una vez pasada este tramo del calzada el firme se vuelve más amigable pero con losas y piedras ciclables, siempre hacia arriba.

Ahora va delante y le escucho “JOER!!! Que perro!!!” saca el botellín y cuando se le acercan ladrando uno chico y un pastor alemán, apunta el bote y le manda un chupinazo de agua, que escapan lo suficiente como para pasar a toda leche y alejarse de ellos. Los canes siguen en mi dirección, mientas pienso que con la camelbak voy de cráneo para apuntar y menos disparar. Éstos me comen vivo. Les hablo amigable y pausadamente y pasan a mi lado sin emitir ladrido alguno ni señal de agresividad. UFFFFFFF!!!!!!!! Menos mal que el chico, que son los inician todo el lío, pasó ampliamente…




Comentamos la jugada, mientras pedaleamos y llegamos a una carreterilla, estamos al lado de Silvaboa. La antigua traza sigue por medio del pueblín para ir por un sendero singletrack muy pendiente y a veces con firme con roca pura poco ciclacle. En mi Via de la Plata del 2007 fui por ahí, pero cuando acompañé a Ricardo uno o dos meses más tarde, la senda estaba muy cerrada, por lo que ya no hice comentario alguno en ese momento y seguimos por la carreterilla de 5º orden, con una buena pendiente. Más arriba me estuve fijando donde cruzaba la antigua traza la carretera comprobando su estado actual en desuso y además, casi ni se intuía que por allí fuese un sendero. En ese punto le comenté a mi amigo mis pensamientos sobre la traza acordando que efectivamente hubiera sido tontería haber ido por allí.

Le comento que estamos a un tris (sobre 500 metros) de coronar este primer alto con una cota de altitud de 703 metros, y que a partir de allí sería bajar por la carreterilla hacia Pielas y luego Oseira, indicando mis intenciones de regresar una vez en la cima, para no tener que volver a subir desde Oseria, ya que mis obligaciones familiares me exigían estar más o menos temprano en el hogar.

Llegamos arriba a las 10:45, me cuesta separarme de tan grata compañía. Nos fundimos en un abrazo, no sin antes intentar localizar a un amigo biker en Lalín para que nos indicase sobre una tienda de bicis para la reparación de la transmisión. Localización infructuosa, pero “sin pegas”, Rober también conoce amigos en Lalín.

Nos despedimos nuevamente, deseándole un Buen Camino y cada uno seguimos nuestro camino. Desde allí llegar a Oseria lo haría prácticamente en 10 minutos escasos.




Mi regreso a casa ya fue una aventura biker, buscando una alternativa por un camino bien definido evitando el ultimo asfalto ascendido hasta llegar a Silvaboa, luego seguir la traza caminera hasta Cea y Casas Novas y desviarme para descender por la otra variante jacobea, la de Ponte Mandrás y Costiña de Canedo.


                                         Descenso a Silvaboa por trazado alternativo al CS.



 A Ponte Mandrás se desciende primero por asfalto y luego por un single-track pedregoso divertido (no tanto cuando vas a Santiago) y una vez llegado al rio Barbantiño, en Mandrás, se cruza el puente medieval y se sube por otra senda pedregosa, con tintes trialeros divertidos. Despues un poco más de asfalto, y una pista ancha con tendencia a bajar hasta la cima de la Costiña de Canedo. A partir de aquí la senda es un descenso casi en línea recta por asfalto con picos del 20% (para subir tela, tela), y luego se llega al río Miño y se toma el paseo fluvial llano hasta el Puente Romano de Ourense.


Ayer, una vez en la cima de la Costiña de Canedo, me desentendí de la traza peregrinal y me lancé por una senda de descenso que usan los “descenders”, pero eso ya es otra historia: control, pericia y resistencia encima de una bici doble.Historia que debe ser contada en otro momento.


Pongo una foto para recordar siempre como quedaron mis brazos "serrados" por los toxos y silvas en el pista de DH de Castro de Beiro.







A media tarde y cerca de la noche llamé a Roberbolo para saber de él y estaba sin cobertura. Contaba llegar a Laxe o a Silleda.

Pongo tres fotos de la traza caminera de la otra variante, en orden inverso a Santiago: Ponte Mandrás, paraje idílicos despues de Mandrás y la cima de la Costiña de Canedo, donde hay unos bolardos para impedir que no desciendan vehículos comerciales ni camiones.











SALud y hasta otra.



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