martes, 19 de julio de 2011

Blaye - Burdeos

Nos levantamos temprano en St Martín de Laucassale, desayunar y nos dirigimos raudos a tomar el ferry en Blaye, cuya salida la tenía para las nueve en punto. Llegamos bien de tiempo y fuimos a tomar un café y volvimos a contemplar la fortaleza de Blaye.









El precio de ferry ascendió a 3,60 euros y 1,60 euros por persona y bici respectivamente. Embarcamos y la travesía duró sobre 30-45 minutos, mientras navegamos vimos las islas del estuario de La Gironde y las diferentes construcciones de los pescadores ya en la orilla opuesta con las artes de pesca tan peculiares de la zona.













Desembarcamos y en la oficina de turismo nos indicaron que la travesía hasta Burdeos era todo por carretera. Efectivamente al principio sí era por carretera, pero luego nos encontramos la señalización jacobea y la seguimos de forma que algo de caminos terreros hicimos.








El track que teníamos, muchas veces no coincidía con la señalización peregrina a Santiago, y la entrada a Burdeos no fue una excepción, ya que nos entramos con un matrimonio belga viajando en tandem que nos recomendaron otra entrada distinta del track. Entraba en la metrópoli gala por carril-bici en vez de la carretera. Es una maravilla viajar en tandem, las fuerzas de dos personas se suman y desarrollan una velocidad mayor con la misma frecuencia de pedaleo.

Burdeos ya es una ciudad grande, por lo que su entrada se hace desde bien atrás por edificios y construcciones y la entrada elegida es una auténtica maravilla, viendo toda la ciudad a orillas del río. Un buen acierto o recomendación.












Lo primero que hicimos fue comer y luego ir a alojarnos al seminario. Lugar algo tétrico y que no me extraña que los curas no quieran serlo. Una vez aposentados, fuimos a dar un "garbeo" por la city, que según Juan la conoce como la palma de su mano. Estuvimos en Saint Michel, y en las iglesias y otros monumentos.










En la calle Santa Catherine nos llovió y al estar el suelo mojado, el amigo Mambru resbalaba a cada paso con gran peligro de una caída. Nos reímos un rato, pero luego ya no tenía gracia. Entramos a un tienda de deportes y compró nuevo calzado. Problema solucionado.








Pasamos al lado de la casa de una amiga de Juan y curiosamente estaba en la puerta de su vivienda. La saludó, me presentó y nos pusimos a charlar, más bien ellos dos, porque como os he dicho, no controlo el francés. Ella confirmó el problema de la calle Santa Catherine con la lluvia.










Nos despedimos y nos fuimos a cenar algo a un restaurante recomendado por Mambru. Estaba lleno y algo hacinado pero una comida exquisita y lo curioso fue ver que seguía entrando gente para comer a horas muy tardías.








Una vez acabado, nos retiramos cansados de tanto caminar y dispuestos a iniciar la etapa del día siguiente.

Para no variar, la lluvia hizo presencia de forma intermitente durante todo el día, pero lo que más me molesta es llegar seco casi hasta el final de la etapa y que caiga una del "ocho" justo antes del fin de etapa, dejándonos completamente empapados.

Salud
Ignacio

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